God of War Ragnarök: Los pecados del padre no los heredará el hijo


Hay muchas razones para visitar este juego. Ya puede ser la épica del combate, su fascinante mundo o sus carismáticos personajes. Dentro de esta última parte está lo que yo creo que es el tema principal: la paternidad y el deseo de ser mejores. 

Kratos es un personaje con mucho recorrido. Viene de Esparta, en Grecia, donde habiendo nacido como hijo de Zeus y manipulado por los dioses para matar a su propia esposa e hija, desata una guerra solitaria contra el Olimpo que acaba con todo su panteón. Así, movido por la venganza, Kratos asesinó a Zeus y un país al completo, que sin sus dioses no fue capaz de sostenerse y colapsó. Tras darse cuenta de que esto no supone la satisfacción que esperaba, Kratos se suicida, pero su inmortalidad le ata al sufrimiento y se ve obligado a vagar sin futuro ni consuelo hasta que llega a unas nuevas tierras, unas mucho mas frías y gobernadas por otros dioses. Pero él no querrá saber nada de estos, y conocerá a Faye, con quien tendrá un hijo que se convertirá en su nuevo proyecto de vida y el catalizador de un cambio necesario para ambos. Y es que esta es la historia de este,  Atreus, y de cómo rompe la rueda del destino que su padre permitió girar.



Kratos tiene miedo de que su hijo sea como él, y por eso le oculta su naturaleza y pasado. Además, difícilmente da alguna muestra de un cariño al que no está acostumbrado. Pero pronto observa como esto no es bueno para Atreus, que desconfía de él y no es capaz de sentir sus frías lecciones. Pero muy pocos tienen, como tiene Kratos, la oportunidad de aplicar su experiencia para cambiar. Así comienza a luchar por este cambio al educar a su hijo, al principio con mano dura y finalmente con auténtico cariño y, lo que es mas importante, confianza. Exactamente al contrario que Odin con su hijo Thor, a quien usa como mano ejecutora para sus medidos planes, y a quien castiga duramente si no procede exactamente así. Freya sobreprotege a Baldur, y eso es lo que lleva a su odio extremo hacia ella: no sólo el no sentir, sino la capacidad de no tener nada que hacer por él mismo, de no poder correr sus propios riesgos. Kratos, conscientemente o no, se da cuenta de esto y deposita su confianza en Atreus cuando se da la oportunidad, permitiendo que vaya a Asgard sólo o que maneje el Ragnarok como crea que va a ser mejor. Esto no es sólo un gran paso como padre: Kratos siempre ha estado sólo, siempre ha luchado por su objetivo sin confiar en nadie salvo como recurso. Y sin embargo aquí esta, poniendo el destino de los nueve reinos en las manos de aliados como Freya y Sindri, pero en última instancia de su propio hijo. Y que esto ocurra en su adolescencia no es ningún capricho: es en ese momento cuando su visión del mundo se determina, y cuando su destino y sus ambiciones se van a definir hacia algo noble u oscuro según la respuesta que le de su mundo exterior. 

Kratos lo ha conseguido: Atreus es un ser completo, alguien fuerte pero cariñoso, respetuoso y con una curiosidad infinita. Y no es sólo obra suya, para nada. Faye pavimentó el camino con amor y enseñanzas, y su papel es igual de importante que el de su marido. Y es así como el ciclo continúa y acaba a la vez. Lo peor de los padres puede quedarse en ellos, pero lo mejor permanece en su hijo, si así se procura. Porque debemos ser mejores, como Kratos dice a Thor, por el bien de nuestros hijos. Porque estos no tienen por qué heredar nuestros pecados.


He aquí que veo a mi madre.

He aquí que veo a mi padre.

He aquí que ellos me llaman.

Comentarios